Esta experiencia en La Victoria y La Mina fue solo el comienzo. Nuestro deseo como colectivo es que esta estrategia de reconstrucción de memoria no se quede en un ejercicio puntual, sino que se convierta en una herramienta permanente, pedagógica y replicable en otros pueblos del departamento.

Queremos llevar esta propuesta a otras comunidades que también han sido atravesadas por la minería, por el conflicto, por el olvido y por la resistencia. Creemos que cada territorio tiene una historia que merece ser contada por sus propios habitantes. Aspiramos a construir una red de memorias locales que dialoguen entre sí y que sirvan como base para procesos educativos, comunitarios y de exigencia de derechos.

Soñamos con que esta experiencia se transforme en política pública de memoria comunitaria, impulsada desde la comunicación popular y desde las voces que históricamente han sido silenciadas. Porque narrar también es sanar, y sanar colectivamente es hacer justicia.

¿Qué sigue? — Hacia una ruta pedagógica y de memoria viva en Boyacá